
Una vez realizada la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia, es momento de analizar las tendencias más importantes de estos resultados en vistas a cómo puede ser el resultado de la segunda vuelta entre el actual presidente del país (28% de los sufragios), Emmanuel Macron, y la candidata de extrema derecha, Marine Le Pen (23%). De esta forma se ha quedado fuera de la segunda vuelta el candidato de la extrema izquierda, Jean- Luc Melenchon, tercero en la carrera (20%) y el resto de los rivales del más variado espectro ideológico.
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En este sentido, Francia vive un momento de baja confianza en la política, lo que se espera que se traduzca en unos niveles muy bajos de participación para dentro de una semana. En esta primera vuelta, se ha visto muy intensamente el papel de los partidos extremos y su fuerza entre la juventud y la mediana edad del país, como fuerzas mayoritarias acompañando a un Macron que no ha tenido su mejor año en lo político y en cuanto a su relación con los franceses, recordando, por ejemplo, la crisis de la vacunación obligatoria.
Entre los tres máximos candidatos a la presidencia, el voto de los jóvenes hasta los 34 años fue copado por el candidato de ultraizquierda, aunque con una tendencia que se va invirtiendo a medida que más mayores son los votantes respecto a la extrema derecha de Le Pen, que lidera a los votantes desde los 35 a los 64 años. Entre los 18 y los 64 años Macron se mantiene estable sin alejarse de sus rivales por el Elíseo, pero es a partir de los 65 años donde realmente Macron sobresale sin oposición alguna.
Podemos apreciar una clara tendencia generacional marcada por los extremismos, que copan ideológicamente a padres e hijos, cada uno más cercano a un extremo. Esta intencionalidad de voto marcada por la edad viene dada con la caída de la derecha e izquierda clásica francesas, que perdieron poder con la llegada de Macron a un sistema presidencialista tan fuerte como el galo.
Macron ha conseguido liderar la posición del centro político de su país y solo los discursos más extremistas han conseguido hacerle frente, tanto por uno como por el otro lado de la ecuación, tras años de crecimiento imparable, sobre todo la extrema derecha. En el caso de Melenchon, con un discurso más populista y atractivo para los votantes más jóvenes, pero que iba perdiendo fuerza a medida que la edad del electorado avanzaba. Con respecto a Le Pen, el tener un partido más a la extrema derecha (Zemmour) ha conseguido que su discurso de odio y xenofobia se suavice. De esta forma, la líder extremista, ha conseguido un gran aliado para blanquear su discurso iliberal y altamente incendiario, en el que se ve reflejada la mediana edad francesa, cansada de Macron y enfadada, por lo que casa muy bien con el discurso de la extrema derecha de Le Pen.
Ahora, y en vistas de lo que pueda pasar en la segunda vuelta, la gran baza del actual presidente es que el resto de candidatos, a excepción obviamente de la extrema derecha, se posicionen en su favor para tratar de convencer a un electorado, a priori, que no confía tanto en su presidente. Ante la posibilidad de que la próxima semana Marine Le Pen pueda hacerse con las llaves del Elíseo, el expresidente Nicolas Sarkozy y Melenchon, han manifestado su apoyo al presidente Macron para que no gane la candidata de la derecha radical a riego de cometer “errores definitivamente irreparables” para Francia.
Los ciudadanos franceses no deben caer en el enfado y la rabia al acudir al colegio electoral la próxima semana, y es que el panorama de movimientos de votantes de los partidos que se han quedado fuera de la segunda vuelta puede ser muy accidentado para la sociedad gala. La idea de ‘ganar perdiendo’ se recupera por el resto de los partidos para evitar un suceso trágico para el país y los líderes del resto de partidos saben de la posibilidad que hay de que parte del electorado se pase, incluso desde posiciones en las antípodas políticas, a apoyar a la ultraderecha para que no gobierne de nuevo Macron.
No debe haber, internamente, nada más opuesto a los valores de Francia que esta extrema derecha xenófoba e iliberal. Pero allí está de nuevo, mejor preparada que nunca a asaltar el castillo del liberalismo parlamentario. En estas dos semanas, a Macron le espera una montaña: armar una mayoría presidencial con los frutos de un campo, el centro, en una posición socialmente muy comprometida. Solo la responsabilidad de una sociedad como la francesa puede frenar el avance del odio en un momento de tanta inestabilidad en Europa. Francia debe ganar estas elecciones, a pesar del avance los extremismos, que nos hacen perder a todos.