¿En qué momento España se vio obligada a tomar esta decisión?

FUENTE: EFE

¿Qué ha pasado para que la geopolítica haya colocado a España ante la tesitura de aceptar las presiones para pactar con Marruecos o continuar con la relación en los mismos términos con Argelia? ¿En qué momento España ha perdido el equilibrio de las relaciones en el Magreb? No es baladí que el único contrato de gas que Argelia pone en revisión es el de España, mientras fortalece su alianza con Italia.

En plena crisis por la guerra de Ucrania y Rusia, con una clara importancia de la energía para muchos países, Marruecos sorprendió a todos al filtrar una carta enviada por Pedro Sánchez al monarca Mohamed VI. En ella se daba un giro de 180 grados en la política mantenida por nuestro país durante los últimos 10 años en relación al Sáhara Occidental, antigua colonia española, reconociendo la autonomía de Marruecos sobre el territorio saharaui.

Este movimiento de Marruecos ha provocado la incredulidad de los socios de Gobierno de Sánchez y de Argelia, que se encarga de proporcionarnos cerca del 40% de todo el gas que se consume en España y que ahora estaría en juego tras este movimiento tan repentino e inesperado. Pero, ¿en qué le afecta a Argelia esta nueva posición de España en cuanto a la autonomía del Sáhara Occidental?

El tema no es sencillo, y es que, desde hace más de 50 años, ambos países han tenido conflictos sobre el borde fronterizo que delimita ambos países, guerras como la de las Arenas o el conflicto por el Sáhara Occidental. Este último es el que nos ocupa y, en relación a estos países, el Sáhara ha sido un tema de disputa entre ambos países debido a las intenciones anexionistas de Marruecos sobre el territorio, como parte de su movimiento irredentista del Gran Marruecos. Argelia, que, en principio, no mantiene ninguna reclamación territorial sobre la zona, ha apoyado desde siempre al Frente Polisario y mantiene tanto un reconocimiento como relaciones diplomáticas con la República Árabe Saharaui Democrática, el ente de gobierno del Sáhara Occidental que mantiene el control sobre un pequeño porcentaje del territorio que no está bajo ocupación marroquí.

De esta forma, la posición de apoyo a Marruecos que ha cogido nuestro país puede poner en peligro nuestro acuerdo comercial respecto al gas y países como Italia se encontrarían a la cola esperando a que esta situación terminara por ocurrir. La posibilidad de que esto pueda suceder es algo que, a priori, ya contemplaba el Gobierno español. Este 2022 España ejecutará la compra de gas argelino más baja de los últimos 20 años, mientras que consigue que Estados Unidos, socio de Marruecos, sea su principal proveedor, evitando así cualquier complicación derivada de este acuerdo.

Estados Unidos y Francia, dos de los principales países desarrollados del mundo actual, tienen a Marruecos como aliado estratégico en el norte de África y la posición de España como ‘puerta de Europa’ desde el sur, por lo que les interesaba recuperar la relación de ‘colegueo’ entre ambos países, cuando las relaciones estaban rotas desde que Sánchez acogió al líder del Frente Polisario para recibir atención médica en nuestro país, algo que la monarquía alauí vio como una provocación.

Este acuerdo, por tanto, nace de la presión de Francia y Marruecos para cerrar un frente estratégico con España y Marruecos, desmarcando a España de Argelia socio clásico de China y Rusia, con los que tiene grandes relaciones comerciales. De esta forma, tanto Macron como Biden garantizan una mejora en las relaciones entre sus dos aliados, mientras sucede la crisis entre Occidente y Rusia con la invasión a Ucrania.

La guerra de bloques entre Estados Unidos y Occidente con China, Rusia y sus aliados. Tras este movimiento de España, China no tardó en contestar a Sánchez acusándole de dedicarse a “juegos estratégicos” en la región saharaui, diciendo que tanto ellos como Argelia “tienen una larga historia y apoyan la paz y la justicia”, que se lo pregunten a Hong Kong. Esto es el juego de la geopolítica y por el control los grandes bloques se olvidan de actuar bajo sus principios éticos, si es que alguna vez los tuvieron, para lograr sus ansias de control geoestratégico.

Para España, este movimiento geopolítico, con su consiguiente cambio de opinión en el apoyo a Marruecos, no se fundamenta solo en el Sáhara; es algo más. Para el Gobierno, este acuerdo se enmarca en la necesidad de blindar las ambiciones de Mohamed VI con Ceuta, Melilla y el archipiélago canario o la promesa de que combatirán la inmigración, las redes de narcotráfico o el yihadismo de manera permanente. Ahora, solo toca esperar a ver la evolución de este acuerdo en el tiempo.