Las consecuencias de que los partidos centrales abandonen su posición

Las Elecciones Generales celebradas en Italia han reabierto una de las cuestiones básicas del futuro político no sólo del país transalpino sino también de otros Estados Miembros de la UE como España.

FUENTE: EFE

Ése es el caso de Giorgia Meloni en Italia, pero éste ha sido el caso de Pablo Iglesias y los restos de su formación en España en los últimos años. Como si se tratara de una ley del péndulo, esta situación sigue siendo un gran desafío para lo que Europa significa. La extrema derecha italiana ha culminado este domingo la cadena de tentativas anteriores de formaciones expresamente nacional-populistas y euroescépticas en países de larga tradición democrática. En Suecia, hace 15 días, la ultraderecha fue la segunda fuerza más votada y, antes del verano, Marine Le Pen perdió la presidencia de Francia, pero multiplicó por diez su número de escaños (de 8 a 89). 

Italia ha sido el caldo de cultivo de los grandes cambios políticos de Europa durante estos años, su gran inestabilidad nos ha permitido ver los grandes cambios que se produce en el imaginario de una sociedad cuando la situación nos es buena. Tomar decisiones a la ligera en busca de cambio cuando la coyuntura general no es buena solo desune, polariza. España se enfrenta este próximo curso a procesos electorales que locales y regionales donde podremos empezar a ver un atisbo del rumbo que puede coger nuestro país de cara a unas elecciones generales.

España se enfrenta este próximo año a procesos electorales locales y regionales donde podremos empezar a ver un atisbo del rumbo que puede coger nuestro país de cara a unas elecciones generales que llegarían en los meses siguientes. En cualquier caso, un tiempo más que prudencial para que los partidos centrales presenten una propuesta creíble de futuro que orille a los extremos. Algunos primeros elementos ya están apareciendo con una orientación electoral clara como es tocar los impuestos.

Dejando España y volviendo a dos cuestiones básicas de lo que ha ocurrido en Italia. ¿Cómo se explica esta victoria del otro extremo del espectro político italiano? Giorgia Meloni llega al poder gracias a una “tormenta perfecta”, una extraña confluencia de escenarios malos para la democracia. Se da tras la conformación y luego la caída en 2022 del gobierno de unidad del tecnócrata Mario Draghi, quien fue apoyado por casi todos los partidos con la excepción del partido Hermanos de Italia (FDI, por su sigla en italiano) de Meloni. De la noche a la mañana, Meloni se convirtió en la principal figura y luego principal candidata de la oposición al gobierno. Un nombre desconocido que ha conseguido desplazar a Salvini a la consideración de derecha moderada en su país y que puede significar la apertura, aún más si cabe, de los extremos políticos.

Sin embargo, hoy las preguntas principales no son si Meloni es neofascista o si el fascismo está regresando al poder de la misma manera (no es el caso). El interrogante debería ser cuánto daño puede hacer a Italia y la Unión Europea (UE) una coalición liderada por Meloni, que intentará contar con el exlíder del Consejo de Ministros, Mario Draghi, para ganarse el beneplácito (al menos económico) de la UE y no ser abrasados a sanciones como Hungría o Polonia, ante un gobierno que promete de todo menos tranquilidad.

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