Objetividad constitucional frente a la reescritura la Historia y la subjetividad de la memoria

El Club de Opinión La España que Reúne, denuncia los hechos ocurridos entre el Gobierno y la formación de la extrema izquierda vasca EH Bildu, herederos políticos del grupo terrorista ETA, tras extender el rango de actuación de la Ley de Memoria Democrática desde 1978 hasta el 31 de diciembre de 1983.

FUENTE: EFE

El presidente del Gobierno ha aceptado así el “relato de la transición de Bildu”, como lo ha calificado el diario El Mundo, dejando que se investigue el “postfranquismo”, como lo llaman los sucesores de HB.

Un hecho tan grave como este, pasar por encima del marco constitucional vigente con una «ley especial» que nace sin el consenso de la gran mayoría de la Cámara, no puede pasar desapercibido para la sociedad española. Extendiendo el rango de la ley lo que ha provocado el Gobierno es un cisma en el consenso que engloba la Constitución sin la menor seguridad jurídica y sin el más mínimo consenso constitucional.

El Gobierno y el PSOE, partido fundamental para el desarrollo democrático de España en la Transición, no deberían pagar semejante peaje por seguir aprobando leyes sobre las que existe un rotundo rechazo de la ciudadanía. Siendo muy loable el trabajo sobre las víctimas del franquismo, no hay pago posible de este calibre para sacar adelante esta Ley.

En abril de este año, el Parlamento europeo pidió investigar los crímenes no resueltos de ETA con el rechazo del PSOE, que terminó rectificando, mientras que en este caso ha dejado la puerta abierta al brazo político de ETA para que investigue las actuaciones del Gobierno contra la banda terrorista.

Para el Gobierno y sus socios parlamentarios, la Ley de Memoria Democrática es una pieza más de su estrategia. Pero el revisionismo histórico de Sánchez no cura las heridas del pasado, solo las abre un poco más aprobando algo que los españoles no quieren, dañando la Transición y la Carta Magna.

El revisionismo de la Historia no nos hace aprender u olvidar, nos hace más daño. Así como no estamos orgullosos de las prácticas que se pudieron hacer por parte del terrorismo de Estado, tampoco lo estamos ante la humillación de Bildu a los españoles con la aprobación de esta medida.

Mientras los etarras no pueden olvidar el GAL, nosotros no olvidamos a personas como Miguel Ángel Blanco, de cuyo asesinato se cumplen 25 años, ni de muchos otros asesinados por la banda terrorista. Estos hechos no los va a investigar Sánchez, más preocupado por sus amistades peligrosas que por la política de grandes miras, que demostró saber hacer durante la reunión de la OTAN.

Decisiones como estas nos dividen más cada día y son estos actores envenenados los que están evitando que en España lleguen buenos tiempos, tiempos de consenso y de unión que no se pueden alcanzar con políticas como estas. Remover el pasado no cura heridas, las abre. Debemos abogar por la Historia sobre la memoria para evolucionar como sociedad. El pasado no lo puede cambiar nadie, debemos trabajar por mejorar nuestro presente y futuro.