Xi Jinping refuerza su liderazgo 

Las perspectivas socioeconómicas de China y las señales lanzadas durante la celebración del XX Congreso del Partido Comunista chino confirman los crecientes retos sobre la senda económica global y el orden liberal internacional. Todo ello en un contexto previo en el que la guerra comercial entre EEUU y la potencia asiática iniciada en 2018, la pandemia y la invasión de Rusia de Ucrania han situado a la sociedad en un nuevo ciclo marcado por crecientes incógnitas sobre la evolución del crecimiento, los precios, el diseño de la política económica o los riesgos geopolíticos. 

FUENTE: EFE

Bajo el sistema de partido único, el congreso del Partido Comunista Chino, al que asistieron 2296 delegados que representan a 96,7 millones de afiliados, eligió a los miembros del Comité Central que aprobaron la lista de 25 altos funcionarios del politburó y su Comité Permanente, organismo decisorio más poderoso del partido, encabezado por el secretario general. 

La «exitosa» celebración del Congreso lo fue para Xi habiendo asegurado un tercer mandato como presidente, algo sin precedentes en la historia del Partido, y consolidando aún más su poder en el politburó del partido. En 2018, el Congreso Popular Nacional aprobó eliminar el límite constitucional de dos mandatos en la presidencia. Este cambio permite a Xi renovar su liderazgo indefinidamente. 

Las imágenes del desalojo del anterior jefe del Estado, Hu Jintao, de 79 años, antes de que empezara la sesión de clausura —con independencia de que se debieran a la salud frágil del anciano o fueran una exhibición ejemplarizante de una purga política— constituyen la escenificación de la ruptura con los aires aperturistas que habían caracterizado al régimen chino hasta el ascenso de Xi. En el mundo de extrema opacidad y secretismo de la política oficial china, la ausencia sin explicaciones de Jiang Zemin, de 96 años, y la humillante salida de Hu Jintao, ambos miembros del presídium del Congreso, solo cabe interpretarse como la confirmación práctica de las acerbas prácticas del Gobierno chino. 

La ratificación de Xi al frente del partido parece confirmar los temores de algunos analistas de que el PCCh, y por ende China, se aleja cada vez más de la dirección colectiva y se convierte en un ente que depende cada vez más de una única figura sin verdaderos contrapesos. 

Lo primero y más obvio es que Xi Jinping sigue a cargo y continuará tanto como quiera o hasta que alguna convulsión política desconocida en el futuro lo desplace. Nadie esperaba seriamente que el resultado de este congreso fuera otro que la continuación de Xi como centro del Partido Comunista. 

De hecho, su nuevo equipo está completamente lleno de sus allegados leales. No se ha incluido a nadie con la más mínima perspectiva distinta de Xi. El nombramiento más extraordinario ha sido el de Li Qiang como primer ministro, el líder número 2 del país, y por lo tanto quien gestionará la economía de China. 

El refuerzo de la posición de liderazgo de Xi Jinping debe ser preocupante para Occidente. China no tiene distracciones para consolidarse como mayor potencia económica mundial mientras Europa y Estados Unidos se encuentran sumidos en profundas crisis, tanto económicas como políticas. Rusia es la distracción perfecta y los populismos se alzan ante la gran inestabilidad.