
“La historia intelectual es una disciplina que estudia la historia de un país desde el punto de vista de las ideas que lo han caracterizado. Podría hablarse también de historia de la mentalidad, en este caso española”
FUENTE: Zenda Libros
Por Joaquín E. Brótons, profesor de Filosofía.
Más allá de los hispanorromanos Séneca y Marcial, y posteriormente de San Isidoro de Sevilla, empezamos esta breve historia intelectual de España en la Edad Media, en el bien entendido de que la era medieval es una era proto moderna.
Así encontramos en la Edad Media tres grandes corrientes intelectuales que influyeron en Europa, ámbito no solo geográfico en el que cabe enmarcar a nuestro país.
Tenemos el averroísmo latino que influyó en la Sorbona de París, a Ramon Lull (que escribe en catalán) y a la Escuela de Traductores de Toledo, que pasó del árabe al latín todo el saber aristotélico que los islámicos habían hecho suyo.
Tras el tránsito del siglo XV a la Edad Moderna, se plantea la cuestión de si hubo Renacimiento en España. La respuesta es que sí. Pérez de Oliva escribe sobre la dignidad al estilo de Picco de la Mirandolla y Erasmo de Rotterdam es traducido con profusión al castellano. Su influencia llega hasta El Quijote.
Pero con el descubrimiento y posterior conquista de América surge la cuestión de los indios. Las Casas y Ginés de Sepúlveda mantienen a mediados del siglo XVI un debate conocido como Junta de Valladolid sobre la esclavitud sin resultado concluyente. Todos los países han llevado a cabo una revisión de su pasado imperial y España no puede quedar fuera. El hecho de que ya entonces se debatiera sobre la legitimidad de la conquista y la esclavitud nos permite realizar una autocrítica fundada en la misma Junta de Valladolid. Por tanto, ni leyenda negra ni leyenda rosa sobre América sino la verdad.
El autor más importante del Renacimiento español es Juan Luis Vives, exiliado en Brujas, pero formado en la recién creada Universidad de Valencia. El exilio de Vives nos recuerda el conflicto con los judíos españoles. Y a finales del siglo tenemos a Francisco Suárez, el metafísico de la Universidad de Salamanca, exiliado a su vez en Coímbra (Portugal) después de la Contrarreforma.
Es de este modo como mientras el fantasma de la dignidad humana había recorrido España en el siglo XVI, el fantasma de la tolerancia que empieza a recorrer Europa en el siglo XVII topa con la cerrazón de los Pirineos. Esto no imposibilitó que hubiera actividad intelectual en España, pero sin duda la dificultó mucho. Gracián escribe a mediados del siglo XVII con bastante libertad, pero desde puestos muy modestos. Por otro lado, Descartes es traducido al castellano en Valencia a finales de este siglo, iniciando lo que cabe llamar Ilustración española que pese a todos los obstáculos existió y es digna de mención.
Así pues, del siglo XVIII español cabe destacar fundamentalmente dos autores: Feijoo como divulgador de las Luces (en concreto de los novatores) y Piquer, catedrático de la Universidad de Valencia, el primer autor moderno de la cultura española en sentido amplio. Hay muchos más ilustrados, algunos encarcelados por la Inquisición, y también cabe mencionar la fundación a finales de siglo de las Sociedades Económicas de Amigos del País.
Con esto entramos en la Edad Contemporánea, que es la nuestra. Aquí se mezclan la política con las ideas, en primer lugar en las fallidas Cortes de Cádiz. Los errores son varios pero podemos destacar la cuestión del sufragio, que Jovellanos tildó de “desgraciada”, y la cuestión del unicameralismo, que Blanco White rechazó.
La revolución española fracasa en la configuración de un Estado moderno. Balmes, el joven filósofo, muere tempranamente en 1848. La posterior Restauración no consigue industrializar España. Finalmente, con la pérdida de Cuba se acaba lo que quedaba del Imperio español.
El siglo XX se inicia, pues, con grandes retos a los que hacer frente pero el reformismo (que encuentra en Ortega su correlato intelectual) se ve abocado también al fracaso. Así llegan, tras la dictadura de Primo de Rivera, la 2ª República y la posterior Guerra civil, que es fundante respecto del actual Estado español. Franco sí logra industrializar España, digamos, manu militari, y la Constitución democrática de 1978 cumple el viejo programa republicano salvo en la figura del Rey.
Desde el punto de vista intelectual es reseñable que muchos autores hasta entonces poco o nada traducidos empiezan a aparecer en el panorama editorial español. Por fin toda la filosofía moderna es trasvasada al castellano y aun a otras lenguas peninsulares. España entra en la actual Unión europea en 1986.
Con la democracia se consolida la filosofía en la Universidad, con autores destacados como Eugenio Trías, fallecido en 2013. Otro cantar es la Educación Secundaria, casus belli de la política.
Esta es a grandes rasgos la historia intelectual de España. Se ha dicho que la mentalidad española es realista. Un cierto realismo recorrería la historia de las ideas en España desde Suárez hasta Ortega. Ferrater Mora hablaba en este sentido de una filosofía fiel a la realidad que también caracterizaría a la filosofía catalana.
Sea como fuere, la España del siglo XXI es un país que lucha por ser definitivamente moderno.
Joaquín E. Brotons, profesor de filosofía, ha publicado sobre esta cuestión Una imagen de España (Adarve, 2019).