Señales preocupantes ante la actitud de Francia con China

Xi Jinping no suele hacer las cosas porque sí. 

Después de su reunión con Rusia, su socio más importante en el panorama internacional, España, Alemania, la Comisión Europea, el Consejo Europeo y Francia pasaron por el aro con el mandatario chino sin que ninguno comentase las impresiones de China tras esas reuniones, más bien lo que ellos trasladaron al gigante asiático en sus visitas. China está entrando en las relaciones entre los países de la Unión para su propio beneficio. China busca grietas y parece que las han encontrado con Francia.

Se trata de una ofensiva diplomática en toda regla que subraya la importancia política y económica de China como actor global. En el plano económico, China es el primer interesado en resucitar un acuerdo de inversiones que pactó con Bruselas, tras siete años de negociaciones, en diciembre de 2020, y que en un contexto de guerra comercial con EE UU y reconfiguración económica mundial permite a Europa jugar sus propias bazas, pero siempre ‘confiando’ en China como amigo para sostener las decisiones comerciales estadounidenses.

En este sentido, la visita de Macron ha dado a China lo que necesitaba: alguien que reconociese el poder chino frente al resto del mundo. Una mala jugada por parte del presidente francés hacia un país que quiere a Europa como la quiere EEUU, para jugar un papel de influencia sobre el territorio europeo y en el que los americanos ya tienen cierta ventaja en el espectro político.

Tanto los funcionarios estadounidenses como los chinos saben que la política de Europa hacia Beijing está lejos de ser resuelta. Esa es una oportunidad y un riesgo para ambas partes. En los últimos meses, los funcionarios estadounidenses advirtieron sobre la voluntad de China de enviar armas a Rusia y hablaron sobre los peligros de permitir que las empresas tecnológicas chinas accedan sin restricciones a los mercados europeos, con cierto éxito.

Destaca en este punto la acción de lobbies pro-chinos en cada país, jugando al máximo nivel a la hora de capturar a personas de influencia y relevancia política con los cuales conseguir contratos relevantes en la industria tecnológica y digital. España corre el riesgo de caer en la efectividad de esta estrategia.

Beijing ha decidido que Macron es el nuevo líder europeo, tras la jubilación de Merkel, ante la ‘discreción’ de Scholz y la pasividad de un Sánchez que fue única y exclusivamente a hacerse una foto. Aunque parece que la decisión ha sido tomada porque el francés es el único que ha entrado oficialmente en el juego de China.

Un gesto cuestionable por el hecho de que a Macron parecen no importarle sus amistades bajo la excusa de la “autonomía estratégica”; que está muy bien si es lo que realmente perseguimos, pero que no parece ir por ahí el tiro. Macron espera que Europa se oponga a los esfuerzos de EEUU por restringir el comercio y la inversión con China por motivos de seguridad nacional, volviendo a correr riesgos en lugar de reducirlos. Del mismo modo, Europa seguiría dependiendo de las garantías militares de Estados Unidos hasta que hubiéramos alcanzado su plena autonomía estratégica y fuera capaz de defenderse por sí misma. Y se lavaría las manos en complicados conflictos geopolíticos lejos de sus fronteras, como Taiwán. Algo que todos sabemos que no pasará.

Si ya teníamos problemas con los americanos por nuestra autonomía, no parece una gran idea entrar en este tipo de negociados con China. La autonomía es algo que uno gana y defiende en base a su poder económico y militar, no es un eslogan político. Lo que es impensable por parte de Macron es creer que China está dispuesta a conceder gratuitamente “autonomía” a Europa, con tal de que no se interponga en su disputa con Estados Unidos por el dominio mundial, y que esta va a ser respetada por los chinos.

Abrir el panorama es muy peligroso en el contexto actual y la posición en la que se encuentra Europa es de las peores. Nuestra vulnerabilidad para con los dos principales actores de la película no merece jugarnos tanto en discursos como el del mandatario francés. Europa, a pesar de las complicaciones de estos últimos tiempos no ha cambiado su forma de actuar y un cambio en lo que China pretende, primero nos arrebataría la identidad y segundo nos dejaría desprotegidos ante un futuro neutral y sin aliados.

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