
La decisión de entrar en una medida tan controvertida en el espectro político como la Ley del ‘sí es sí’, es algo como para darle la importancia que se merece.
Feijóo ha demostrado que el PP puede hacer política de Estado si así lo ve necesario y está dispuesto a tender puentes para evitar la mano de Podemos para culminar una reforma que puede ser beneficiosa para el país. Es responsabilidad de los partidos tomar parte de la democracia y sus decisiones, aunque no formen parte del Gobierno. Porque hacer política es algo más que discutir en las Cortes.
Ahora toca que Sánchez sea valiente y haga lo mismo con su Gobierno. Si Sánchez quiere hacer algo por intentar ganar estas elecciones que olvide a Podemos y a Díaz para buscar otras opciones para seguir al frente del Ejecutivo. Sin olvidar la larga lista de políticas aplicadas y no aplicadas que están ahogando a los españoles y sus empresas.
Que Podemos se revuelva contra la decisión del Gobierno denota la sapiencia de que saben que se les está acabando el cuento, con una Yolanda Díaz dispuesta a llenar su hueco y con la que los socialistas deben intentar distanciarse.
Un acuerdo insólito si analizamos el devenir de esta legislatura. A lo largo de los últimos años se ha repetido con insistencia que en España la política se dirime entre bloques ideológicos permanentemente enfrentados y sin resquicio para hallar puntos en común. La positiva novedad no debería representar una simple excepción. Un pacto entre los dos principales activos que representan el sentir de la mayoría no puede ser motivo de vergüenza sino de esperanza. Hay que ponerle límites a la crispación permanente que se vive. Con la contribución principal de formaciones nacidas a los extremos de socialistas y populares. PSOE y PP están llamados a relevarse en el poder y en asuntos cruciales deberían estar condenados a entenderse.
Después de haber aprobado en su momento la ley con el recelo de varios nombres fuertes de su equipo de Gobierno, como eran Carmen Calvo y Juan Carlos Campo. En ese momento Sánchez se olvidó de la inseguridad jurídica que más tarde provocó, rebajando condenas a criminales sexuales. A día de hoy, 1.000 condenas rebajadas y 100 excarcelaciones a delincuentes sexuales. Un gran descrédito ante la opinión y aunque Podemos se negaba a reformar la ley había que hacerlo. Sánchez debía rectificar y ha podido hacerlo con el apoyo de la segunda lista más votada.
Pero Feijóo también ha ganado políticamente con esta decisión. Después de cerrarse en la renovación del Constitucional, se ha hecho bueno con el PSOE y se ha desmarcado de la extrema derecha. El ajedrez electoral ha comenzado y hay que captar a la gran cantidad de votantes moderados que quieren ejercer un voto útil y centrado en el que ya no entra Ciudadanos. Un perfil de votante muy importante en estas elecciones y para los partidos constitucionalistas.
Con las vistas ya puestas en la primera parada, el 28M, no vamos a entrar con Tezanos y sus encuestas, que hacen contraste (curiosamente) con el resto. Sánchez y Feijóo tienen su primer examen en las urnas y lo mismo para los extremos. Un primer resultado de lo que se respira para las elecciones, sobre todo en las comunidades más pobladas. No es creíble pensar en acuerdos entre los grandes partidos para gobernar un territorio, pero sí, quizás, para facilitar la gobernabilidad sin amigos peligrosos y reducir la influencia de los extremos con las vistas puestas en unas generales que cerrarán el año.Sí, se puede
Los que afean que se pacte para mejorar una ley, a todas luces mala, deberían ser castigados duramente por las urnas. Por sectarios. En política se debe estar para resolver problemas y no para crearlos.