
Tras las elecciones autonómicas a la Asamblea de Madrid, el Ministro de Justicia Juan Carlos Campo envió uno de los famosos “globos sonda” para reabrir la cuestión de los indultos a los líderes secesionistas condenados por el Tribunal Supremo en la causa del Procés.
Fuente: EFE
Se suele criticar al “sanchismo” como si este fuera un estilo político que tiene como fin la obtención del poder a cualquier precio, aunque esto implique debilitar las instituciones democráticas. El mayor desconcierto no surge por eso, pecado del cual no sólo se tendrían que redimir los socialistas, sino porque a priori el Gobierno no tiene mucho que ganar con este movimiento. El impulso de la recuperación económica, que vendrá tras el verano gracias a los fondos europeos, unido a la falta de escrúpulos ya demostrados para prorrogar presupuestos sine die y la colaboración de VOX para salvar el decreto para el reparto de dichos fondos, hacen que el PSOE pueda relajarse sabiendo que pasarán meses antes de perder una votación estructural importante.
También es cierto que si el modelo de sociedad que se defiende implica la desigualdad territorial absoluta donde unas regiones, curiosamente las más ricas, merecen unas prebendas determinadas con las que el resto tan sólo puede soñar y que este marco se debe aplicar en todos los aspectos políticos posibles, entre tanto cinismo, se podría defender de cara y abiertamente. En cambio, se nos vende un argumentario basado en la magnanimidad, el reencuentro y el perdón. Además, se compra el famoso “relato” del estado opresor y la nación agraviada que no reconoce a los catalanes no independentistas legitimidad alguna para discutir nada. Mientras, a los políticos, que malversaron dinero público para negar derechos fundamentales a más de la mitad de la población de su región, se les pone a la mesa. Muy poco barniz para una chatarra demasiado oxidada.
La dinámica es favorable a estos juegos. Sus afiliados apoyan al Gobierno en la concesión de los indultos aunque digan no estar de acuerdo, Moncloa provoca este tipo de magia. Para lo que sí ha servido es para reactivar la agenda gubernamental desactivada desde las elecciones catalanas. En su competición centrífuga el equipo de Sánchez se mueve mucho mejor que gobernando y tiene espacio que ganar tras la desactivación de Podemos. En ese combate identitario, el otro espectro no hay otra vencedor nato que el discurso “obrero y español” que VOX pretende articular.
Si bien de la manifestación de Colón nadie se atrevería a corregir a Trapiello, que se vieran Águilas de San Juan y la encendida retórica populista de Díez que hizo uso de la expresión del antiguo régimen dividiendo a los «españoles de bien» de los traidores a la patria no cabe duda que fué celebrado por Redondo (el Iván) y por el equipo de Abascal. No hubo foto, pero su retórica comanda.
Se dirá que VOX no ataca las instituciones. Lo cierto es que sólo las defiende en tanto y cuánto las puede utilizar para generar un espacio de confrontación contra los ataques de los partidos del Gobierno. Sus apoyos explícitos a Hungría y Polonia nos debería hacer ver que el Estado de Derecho les importa más bien poco.
Este uso de las instituciones para generar una narrativa de confrontación se pudo ver aquel día en boca de la presidenta Ayuso que tuvo que meter al Rey de por medio. El culmen de las paradojas de la política española, la política que más ha debilitado la Jefatura del Estado es la supuesta némesis de Sánchez.
Todos aquellos que pretendan fortalecer las instituciones democráticas deben proponer una identidad alternativa que pueda competir en esta dinámica de confrontación. Para ello, la estrategia a seguir no es la de confrontación iracunda contra el Gobierno, por mucho que entendamos que este es un agravio extremadamente grave, sino tratar de reducir la polarización afectiva a través de marcos alternativos ganadores. Pero a medio y corto plazo, hemos de esforzarnos en tejer acuerdos transversales entre diversos sectores de la sociedad, también con quiénes ahora apoyan al Gobierno para construir una hegemonía cultural constitucionalista.
Sergio Pedroviejo Acedo
El argumentario aquí descrito supone que todos los votantes ejercen con reflexión y conocimiento de causa. Lo cual sería deseable. Lástima que no sea así. Y esta es la causa del juego “sucio” (y mentiras) de muchos políticos ¿Soluciones?
Señor A.Javier la única solución para que todos los votantes ejerzan con reflexión y conocimiento de causa es que los partidos sean más honrados que no roben ni sean corruptos, la mayoría de gente ahora va a votar como si fuese a tomar cervezas porque ya saben que voten a quien voten va robar igual que el anterior.