
A falta de un leve porcentaje por escrutar, ya se vislumbra en el horizonte la imposibilidad de formar un Gobierno estable para cualquiera de los grandes partidos. PP y PSOE tienen muy difícil articular una coalición de aliados y la gobernabilidad del país ha quedado vendida al independentismo tras el debate del miércoles, que ha dado como claro perdedor a Núñez Feijóo, cuyo electorado ha emigrado a Vox, después de que éste cancelase su campaña electoral y no acudiese a la cita organizada por RTVE.
FUENTE: EFE
La dispersión del voto, en este caso, ha perjudicado sobremanera al centro derecha y el panorama político nos encamina ahora a un ejercicio de responsabilidad nunca antes visto por los grandes partidos como sería o bien una abstención para gobernar sin una mayoría parlamentaria; o bien la repetición electoral, cuyos efectos podrían ser incluso más regresivos para con la posibilidad de formar un Ejecutivo serio. Pero ¿podría ser también un acuerdo amplio entre los dos grandes partidos, cuya suma de diputados vuelve a estar por encima de los 250 diputados?
Debería ser el momento de dejar a un lado las diferencias y luchar por lo que debería unirnos: España. Núñez Feijóo le tendió la mano a Sánchez en el debate para evitar a Vox en caso de que el PP fuese la lista más votada, o bien para que el PP habilitase un gobierno del PSOE sin la mano de la izquierda radical. Sánchez debería mostrar altura de miras y que, a pesar de no haberlo demostrado en los últimos cinco años, saber hacer política de Estado y poner sus intereses por detrás de la Nación es lo que debería producirse.
Los votantes no quieren volver a las urnas ni otro gobierno Frankenstein, da igual de qué lado sea éste. A pesar de que tanto Sánchez como Núñez Feijóo hayan aplazado sus pactos con Bildu y Vox, en Navarra y Murcia respectivamente, hasta después de las elecciones, han perdido un voto centrista, huérfano por las políticas actuales, más centradas en buscar socios hacia los extremos que buscar puntos de encuentro.
En el actual contexto político, lleno de partidos con representación importante, el Gobierno más disperso de la democracia, ya no solo por votos sino por políticas, ha provocado el desencanto de una población que, con tantas opciones, no consigue verse representada por nadie. España ha perdido en calidad democrática, lo dicen desde Europa, y nuestro país se encuentra junto a Hungría y Polonia en constante estudio por sus intromisiones en los distintos poderes del Estado.
Ahora, con una posible repetición electoral en el horizonte, tanto España como Sánchez dejan una mala imagen hacia el exterior durante la presidencia española de turno en la Unión Europea. Un ejercicio de falta total de responsabilidad, al que ya estamos acostumbrados con el señor Presidente. En cualquier caso, ese bloqueo se convertiría en un arma de doble filo con una repetición electoral para el Ejecutivo, ya en funciones. La izquierda nacional (en estos comicios PSOE y Sumar), históricamente, consigue movilizar a su electorado una vez, no dos. Y el miedo que la ha podido movilizar ahora con Vox ya no tendrá la misma fuerza que en unos meses. Del mismo modo, la extrema derecha podría aumentar su poder después de que muchos hayan ejercido un voto útil con Núñez Feijóo.
No es el momento de abandonar, sino más bien el de seguir luchando. De lo contrario, las consecuencias económicas y sociales a las que se enfrenta nuestro país pueden ser muy perjudiciales para la ciudadanía.
Totalmente de acuerdo que los españoles no queremos ir a las urnas de nuevo, hay que dejar los egos y mirar por el bien común. Otra cosa es ahondar en la PARTITOCRACIA. La prima de riesgo de Portugal está 30 puntos por debajo de la nuestra por haber llegado a entendimiento las fuerzas de centro. POR FAVOR BASTA YA.
Estoy de acuerdo con esa día. Gobernar desde el centro debería ser la a prioridad.