Después de la moción de censura

A las puertas de una campaña electoral de las más importantes de los últimos años y con carácter previo a esta semana, defendíamos que no era una buena idea acogerse a la figura constitucional de la moción de censura para hacer discursos contra el Gobierno de coalición. Tras escuchar el discurso del candidato a presidente, del portavoz del partido que la registró y las réplicas de todos los grupos parlamentarios, nos reafirmamos en nuestra conclusión.

Quizá el elemento más valioso de todo el discurso del candidato a presidente, el profesor Tamames, fue su despedida. Hizo un alegato en favor de la concordia constitucional, la necesidad de entendimiento y la obligación de destensar la situación política. En muy pocas ocasiones en los últimos años se ha oído en las Cortes unas palabras tan cargadas de sensatez, más aún viniendo de un protagonista de la Transición.

Fuera de este alegato más que conveniente en el momento en que nos encontramos, el valor político de la moción de censura es tendente a cero. Más allá de algún beneficio particular como la presentación de la vicepresidenta Yolanda Díaz del que será su programa distintivo de su nueva marca o el revulsivo mediático que a Vox le permite la moción, el resultado para la situación política es neutro. No es más que un pequeño paréntesis en las tendencias electorales preexistentes.

Veremos en los próximos días más información proveniente de encuestas de opinión.

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