Amistades peligrosas: la problemática de la gobernabilidad

Es importante que los grandes líderes escapen de conflictos innecesarios y se centren en lo que les une y no en lo que les separa, por el bien de la ciudadanía. Para ello, deben ser responsables y conscientes de que hay amistades que es mejor perder cuando son motivadas por el puro interés, en este caso político, y que al final terminan por perjudicar a la población general, independientemente del partido al que hayan votado en los diferentes procesos electorales.

Fuente: EFE

Este problema lo tienen las dos grandes fuerzas políticas de España, el PSOE y el PP, con los partidos que han aparecido en los extremos de su base tradicional de influencia política. Sin duda, Podemos y Vox surgen de manera muy distinta y en muchos aspectos no pueden ser comparables. Sin embargo, como se suele decir en la teoría de los juegos, son equivalentes estratégicos. En este momento, en el actual marco político y ante la necesidad de alianzas entre bloques, las fuerzas extremas buscan un protagonismo que les merezca ganar votos con los cuales condicionar la gobernabilidad a nivel nacional, autonómico y local.

En este sentido, lo que a primera vista es un ataque (la declaración de persona ‘non grata’ a Santiago Abascal en Ceuta), se convierte en un arma de propaganda más para agitar y ampliar con el enfado la base electoral de aquellos ciudadanos más vulnerables ante un proceso de radicalización del mensaje político. La respuesta de Vox ante esta decisión, más allá del lógico malestar ante un hecho que no se puede aceptar en democracia, ha sido profundizar en la estrategia de desgaste hacia el partido que apoya en casi todas las autonomías y ayuntamientos donde gobierna con amenazas no creíbles (ruptura de relaciones con el PP, anunciando que no apoyará las iniciativas de los populares en autonomías y ayuntamientos).

Tristemente ésta puede ser la tónica de los próximos meses salvo que se produzca un movimiento masivo de ilusión y confianza a los ciudadanos especialmente vulnerables a la radicalidad. Para ello no sólo se necesita el error de los partidos extremos, sino también el mérito de los dos grandes partidos y de fuerzas centrípetas como Ciudadanos. Las amistades que puede hacer la aritmética demoscópica se pueden convertir en “amistades peligrosas” a medio plazo si no se hace un trabajo intenso con un porcentaje muy relevante del electorado restaurando la confianza y un horizonte estable de políticas favorables a su situación socioeconómica.

Estas amistades peligrosas y volátiles, como la del PSOE con Podemos, están desgastando las políticas de los dos grandes partidos que caen en la necesidad de no enfadar a sus socios por miedo a las consecuencias políticas. Los partidos extremistas demuestran su vocación irrefrenable de exacerbar los problemas sin duda existentes que le reportan resultados tangibles en términos electorales. El PP tiene la oportunidad de estrechar lazos con Ciudadanos y tratar de integrar al PSOE con su ejemplo en una política colaborativa entre los partidos constitucionalistas, olvidándose de aquellos que solo buscan tensionar el panorama político y social de nuestro país.

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