
Los resultados de las elecciones en Cataluña han revelado una tendencia peligrosa en la sociedad española, la pérdida de confianza en las fuerzas constitucionalistas en la región. El aumento del independentismo no ha sido suficiente para el electorado que, de normal hubiera ido a votar, no fuese ni a sabiendas de las posibilidades de mayoría absoluta del secesionismo. En la noche del pasado domingo no ha habido ganadores, solo pierde España.
FUENTE: EFE
Desde entonces, la situación en la región se ha vuelto todavía más insostenible; sumado al estallido de las revueltas por la entrada en prisión del rapero Pablo Hasél, acusado de enaltecimiento del terrorismo; más dos multas por injurias y calumnias contra la Corona y contra las instituciones del Estado, llegando la onda expansiva de violencia derivada de este conflicto al resto de España. Estas circunstancias vienen motivadas por los socios de Sánchez en la investidura: Podemos y ERC, que han utilizado la debilidad de los partidos constitucionalistas tras lo ocurrido en las urnas para hacer un llamamiento a la movilización bajo el pretexto del rapero, escondiendo así sus principales objetivos con las revueltas: presionar a Sánchez para lograr el indulto a los presos y poder realizar el referéndum independentista; algo que está fuera de todo poder de decisión del presidente, dado que, volvemos a recordar; todo esto que piden populistas e independentistas no se encuentra comprendido dentro del marco constitucional.
Sánchez no puede caer en la debilidad y, no solo debe salir a condenar las protestas, también debe cerrar la puerta a las exigencias de ERC y Podemos. Tras estos comicios, los partidos constitucionalistas han salido debilitados, a excepción del PSC que ha sido el partido más votado, pero que ni aún así podrá gobernar, en un contexto en el que independentistas y comunes están negociando para formar un gobierno regional de amplia mayoría absoluta. El PSOE no debe entrar en provocaciones, ni dejarse amenazar por aquellos que quieren destruir nuestro país. Sánchez debe ponerse a trabajar por España para intentar, junto con aquellos partidos que defienden el respeto a la Constitución del 78, labrar un futuro mejor para nuestro país y resolver este conflicto.
Cataluña lleva cuatro años bajo el manto del miedo y la violencia provocado desde las instituciones a aquellos electores más cercanos al ideario independentista. Ya son más de cuatro años en los que en Cataluña se ha hecho una política en la que solo se ha comprendido a aquel que apoya la causa, olvidando a más de la mitad de la ciudadanía e incluso menospreciando a todos aquellos que no seguían y siguen los dogmas de los Puigdemont, Mas, Turull, Torra, Junqueras… Se ha acallado bajo un clima de extrema violencia e inseguridad en las calles a todos aquellos catalanes que, sencillamente, no querían abandonar España.
Fuera del delito constitucional que han infringido y tratan de infringir a diario estos políticos, se han olvidado de su labor principal que es trabajar para el bien común, algo que no hace ninguna falta decir y que todos sabemos que no hacen. A estos se le han sumado tras estas elecciones la firma de Podemos en Cataluña, que no le bastaba con tratar de dinamitar el país desde dentro del Gobierno sino que también quieren tener su parte de culpa en la anticonstitucionalista causa de la independencia, chapó.
Todo esto que vemos en Cataluña se ve traducido al clima social y político en el resto de España, la ruptura en el Gobierno es más que evidente, en buena parte por esto, y cada día con una nueva riña entre los de Sánchez y los de Iglesias. Un país como España no puede funcionar así y si Podemos no quiere ayudar al país habrá que buscar nuevos socios que den estabilidad a nuestra nación para salir de una de las etapas más duras de los últimos años y poder encaminar una reconstrucción de la idea de nación para acabar con la historia negra que ha tenido el pueblo catalán en los últimos tiempos
Es momento de que los constitucionalistas se reúnan y trabajen juntos para hacer una oposición responsable en Cataluña, y sienten las bases para trabajar y poder llegar a acuerdos en el Congreso. La adversidad debe unir a aquellos que trabajan por el bien común y no separarse, como viene siendo la tónica habitual de estos últimos años en nuestro país. El punto de partida debe ser la recuperación de la confianza del electorado catalán para poder lograr el éxito como país contra aquellos que solo buscan fracturarnos con sus ambiciones personales y políticas.